Es complicado que una persona que se ponga delante de una hoja en blanco a escribir sobre sentimientos, no sienta cada palabra que usa como su propia realidad.
Al igual que considero que es aún más complicado no hablar de ti como la primera potencia de superación que conozco.
Has demostrado, en cada uno de tus pasos que alguien que lucha puede perder, pero quien no lo intenta, esta perdido.
Que no existen manuales de instrucciones, que todos aquí estamos improvisando y aún así, a ti te sobran motivos, para argumentar que con esfuerzo los sueños se viven con los ojos abiertos.
Que el tiempo, es un tren que pasa por mi estación y no tiene consideración alguna en esperar a esta pasajera; Gracias por ponerme el reloj cinco minutos antes de la realidad y poder disfrutar del paisaje hasta mi destino.
Posiblemente me faltan tantos besos por darte como gracias.
Pero versos más sinceros confieso que nunca he escrito.
Que tu eres sastre, cosiendo a este desastre cada herida en forma de sonrisa.
Mi ancla que no me lleva a la deriva.
Pues la felicidad, no es un objetivo sino una forma de vida y me diste la posibilidad de conocerla.
Tu me calas con tu aliento, intentado hacerme mejor persona sin perder la esperanza en conseguirlo desde hace dos décadas.
Y como no te voy a querer si me diste alas y me enseñaste a volar.
Pero sobretodo, te quiero por darme la vida y salvarmela cuando ésta me da la espalda.